Ocurre que no entiendes. Que ya
no entiendes nada. Ocurre que te espero y que yo ya no comprendo. Ocurre que me
duele y que no te das ni cuenta. Ocurre que no puedo y que cada noche es un
lamento. Ocurre que ahora lloro. Y ocurre que te odio. Ocurre que te veo,
sonriendo ahí con ella. Y entonces un quejido se me escapa. Puede que sean
celos o el orgullo mal herido. Tal vez sea un lamento por lo que pudo haber
sido. Ocurre que algo pasa y no entiendo qué es. Ocurre que no pienso y que yo
ya no puedo. Que no quiero nada serio, y sin embargo, aquí te espero.
¡OCURRE!
Ocurre que no escuchas. Que no
entiendes las palabras ni interpretas las miradas. Que debería decírtelo mirándote
a la cara. Pero no soy capaz de decir nada. Nada. Esa es la palabra. No veo
nada en tu mirada. Y ya no tengo fuerzas. Ni ganas. Ni tiempo para descifrarla e instruir al niño en el arte del querer.
Ocurre que te quiero. Ocurre que
te odio. Ocurre que sonríes y entonces me desarmas. Ocurre que no puedo. Ocurre
que me abrazas. Ocurre que me pierdo y luego no me encuentro. Ocurre que tú
subes y yo bajo y tropiezo. De nuevo. Ocurre que me pasa. Ocurre que NO pasa. Ocurre
que me marcho y a ti ya ni te importa. Ocurre que lo intento. Pero ya no puedo.
Ocurre que me matas y que aun así regreso. Aguantando el golpe. Por si acaso,
por si vuelves. Por un “Quizás”, por un “Tal vez”…
Porque dijimos: “Quizás es para
siempre”. Pero fue un “Hasta nunca”.
Todo carece de sentido. La
negación se asienta en mi cabeza y me gusta el efecto conseguido. ¡NO TE QUIERO!. Pero entonces bajo la mirada y es como si tus labios me llamaran. Aparece tu sonrisa, que de
un golpe manda al traste la fantasía que me había construido. Sí, quiero estar contigo.
¿Entiendes? Porque yo no entiendo
nada. ¿Dejamos algo claro? Quizás solo fue un sueño. Tal vez un imposible. O
una broma macabra del pasado. De esas que no hacen gracia y calan en lo más
profundo. Sí, de esas que hacen daño y traspasan los límites de lo irrisorio.
Entonces me despierto -No, no había sido un sueño- Y escribo miles de frases que
no encuentran su sitio sobre el folio en blanco…
Ocurre que no entiendo. Ocurre
que ¿qué quieres?, ¿Y yo? Porque un día te quiero y al siguiente ni te miro. Fingiendo
que no existes, haciendo lo imposible por sacarte de mi vida. Pero como de
costumbre, vuelvo. Vuelvo, sonrío y aguanto el golpe. De nuevo.
Y continúo escribiendo. Una y mil
frases. Testigos de cuanto he sufrido. No lo entiendo, si ya no me aportas
nada ¿por qué sigo aquí contigo? A la espera de recuperar algo que nunca he
tenido.
“Te Quiero. Lo Siento.
Me Equivoqué. Quiero Estar Contigo”.
Ocurre. Ocurre que ya no somos
niños y que el juego del amor resultó no ser sencillo. Ocurre que se ha roto y
los pedazos ya no encajan. Ocurre todo y
nada. Ocurre que no sientes. Que yo dije “Tal vez”. Tú contestaste “Error”.
Ocurre. Ocurre que en el fondo nunca supimos qué ocurrió.
CAOS.
Todos tenemos derecho a que nos duela el corazón.
¿Duele leerlo? Todavía más sentirlo.
Todos tenemos derecho a que nos duela el corazón.
¿Duele leerlo? Todavía más sentirlo.
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