martes, 26 de noviembre de 2013

Efímero

Me apasiona, me aburre; lo quiero, no me interesa; me planteo un futuro, lo quiero fuera de mi vida; pienso las cosas en serio, me lo tomo todo a risa; paso de la gente, busco la aceptación; quiero volver a ser quien fui, deseo olvidarme de todo. Mi cabeza está embotada, no puedo pensar. Quizá pienso demasiado. ¿Demasiado poco? No, nunca es demasiado poco.

Se puede escribir sobre tantas cosas, y sería feliz; creo que sería feliz.

Tengo frío, tengo calor. Es este puto resfriado que no me deja pensar. Tengo la nariz taponada, toso más de lo que lo haría un carretero; el moco colgando, la montaña de pañuelos sobre la mesilla de noche.

¿Por qué adornar la realidad? Acaso es tan poco apasionante que necesitamos inventarla? Joder, me duele todo el cuerpo. Resfriado de mierda.

¿Darme a conocer? Pero y si luego me quiero volver a esconder? No siempre se puede volver atrás. Volver a empezar. Mi garganta. Creo que tengo frío. ¿Acaso todo tiene que tener sentido?, ¿no puede ser simplemente porque sí? Incluso la falta de afecto. No puedo explicarlo. Simplemente, me he cansado. Y fingir que siento algo es tan agotador. Me agota.

Escrito en pequeños momentos. No me gustan las comparaciones. Siempre salgo perdiendo.

Un curso de fotografía, idiomas. Y todo por amor al arte. Amor por mí misma, mis sueños, mi intelecto, mi necesidad de hallar ese no sé qué. Sí, ese no sé qué. Otra historia a medias. Joder, me duele todo el cuerpo. Creo que es cosa del futuro. Algunos dicen que asusta. O tal vez fue cosa de él. Sí, desde que pasó lo que pasó no he vuelto a ser la misma. Ni volveré a serlo. No me importa, es liberador. O eso creo. Sí, quiero pensar que no me importa. Qué tranquilidad, la paz ha invadido mi cuerpo. Al menos, durante unos instantes.

No tiene por qué entenderse. No tengo por qué entenderlo. No tengo por qué entenderme. Y de repente, se ha ido...

Concéntrate solo en las emociones


La Terapia de las letras.

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